Hay muchas maneras de escribir la Historia: cada uno, día a día, escribi- mos la propia y con ello conformamos ese currículum que hace de la vida de una persona algo válido· para uno mismo y para los demás.
Los grupos sociales, la persona junto a las otras personas del entorno la- boral o de su ambiente de influencia en los variados ámbitos, escriben histo- rias, quizás sencillas pero hermosas, hechas de afanes solidarios, de luchas y esfuerzos, de éxitos y de fracasos. Es el proyecto colectivo movido en una dirección, como una flecha lanzada que alcanza su diana … o, simplemente, es un bello objeto que dibuja una larga trayectoria sobre el cielo.
La historia grande, la de los libros y las bibliotecas, es algo solemne y lejano. Se escribe con grandes trazos. Son las victorias y derrotas de grandes batallas o las víctimas y desolación resultado de éstas. Son las confrontacio- nes pacíficas o violentas de las ideologías políticas, religiosas y sociales, o los grandes movimientos tecnológicos, productivos y económicos. Esta his- toria hay que escribirla desde lejos y su interpretación cuesta hacerla porque la visión cercana distorsiona la realidad o puede malinterpretarla.
En toda historia, sea minúscula o universal, están las personas. Está su
vivir y su morir y, entre ambos, el pensamiento, la acción y el sentimiento de cada uno. Con las personas está su momento, su entorno, la época que les tocó vivir.
La Asociación Española de Lucha contra el Fuego, nuestra ASELF, tiene
su historia, naturalmente. Es la de personas que desde treinta y cinco años acá, pero con muchos precursores, han sentido vivamente su tarea profesio- nal. La han percibido tan importante que ello les ha llenado y han querido vivirlo con apasionamiento.
Esta labor se inscribe en la reciente y, a la vez, lejana época de 1960 y
de entonces hasta ahora. Difíciles años aquéllos para organizar y crear gru- pos profesionales motivados y bien cohesionados. Han sido las «gentes del fuego» que necesitan expresar sus inquietudes frente a las carencias y des- amparo e ignorancia de quienes nos gobiernan y también de la sociedad en la que estamos.
Carencia y marginación que fue real entonces y lo ha sido hasta hoy y que nos persigue porque, salvadas distancias y mejoras evidentes, son hoy aquéllas muy ciertas en amplias zonas y capas de nuestro país.
Historia de treinta y cinco años que hace reales hoy, muy actuales, las demandas y exigencias de antaño.
Vale la pena, ha valido el esfuerzo de este libro para constatar dos hechos: Ha habido y hay profesionales de la lucha contra el fuego y los siniestros que han batallado con tesón increíble en mejorar técnicas de trabajo, crear condiciones de desarrollo, impulsar la figura y la profesión del bombero.
En este libro que tienes en las manos se citan muchas y se biografían al- gunas personas. Todas ellas, además de sus méritos, son una muestra de mu- chas más que se dejaron la piel en el empeño.
Hay un segundo hecho: las dificultades de años atrás quizás se superaron o sortearon, pero nuevos obstáculos tenemos hoy que sólo con el esfuerzo de todos lograremos vencer.
Los Cuerpos de Bomberos de nuestros ayuntamientos, diputaciones y ca- bildos, de consorcios, mancomunidades y autonomías, de empresas priva- das o de organismos autónomos, necesitan mejores dotaciones, precisan rees- tructuración y despliegue realista así como eficaz coordinación. Porque la demanda de seguridad crece a la vez que los riesgos y ello comporta mayo- res dotaciones y más eficacia de los medios actuales.
La Historia es maestra de la vida. La historia de ASELF, con tanto cariño escrita, nos deberá enseñar no sólo la tarea hecha por nuestros predeceso- res, todos los asociados anteriores, sino que nos debe impulsar a tomar los retos actuales, los problemas que hoy comportan la lucha contra los desas- tres, para darles la solución que nuestros conciudadanos demandan.
Ojalá que la historia que ahora «escribimos» los asociados y cualquier pro- fesional que aborda en su trabajo diario la tarea de luchar contra los sinies- tros, sea una historia digna y valiente como la de aquellos que nos relata este libro y hagamos así realidad tantos proyectos e ilusiones, también capital y herencia inapreciable de nuestra Asociación.
Augusto García Hegardt
Presidente