El año 1994 pasará a las estadísticas como un “año negro” en lo referente a los incendios forestales acaecidos y sus consecuencias para nuestra ya maltratada superficie forestal.
Consecuencias que han supuesto la pérdida de parajes de gran valor ecológico y lo que es más lamentable, la pérdida de vidas humanas, 31 personas (22 fallecidos entre el personal de extinción y 9 fallecidos entre el personal ajeno a la extinción). Son muchas las voces que se han alzado desde los medios de comunicación, organismos, instituciones y asociaciones en defensa de la naturaleza, demandando que se revisen los sistemas actuales de prevención y actuación. Solamente, en contados sitios, los bomberos han propuesto modelos (referentes a la extinción) que introduzcan novedades en relación con el modelo clásico de extinción que se ha venido y se viene realizando en nuestro país.
Pero estos puntos son muy escasos y su resonancia ha sido mínima.
El modelo actual de prevención y extinción del incendio forestal necesita una revisión y los bomberos debemos coger el testigo.
Todos sabemos de la ausencia o mínimos en efectivos humanos que existe en el ámbito regional. Primero habrá que demandar los medios humanos y materiales necesarios, y segundo articular soluciones, bien copia de otros países u originales, que permitan establecer un Servicio de Extinción y Prevención de Incendios y Salvamento que nos permita actuar eficazmente contra el incendio forestal, y responder a los riesgos de una sociedad rural desprotegida.
Por qué no, la existencia de un Cuerpo de Bomberos a nivel nacional (a semejanza de otros Cuerpos de Seguridad) con una normativa y criterios únicos que permita movilizar recursos hacia los lugares de catástrofe o grandes incendios forestales.
El año 1994 pasará a las estadísticas como un “año negro” en lo referente a los incendios forestales acaecidos y sus consecuencias para nuestra ya maltratada superficie forestal.
Consecuencias que han supuesto la pérdida de parajes de gran valor ecológico y lo que es más lamentable, la pérdida de vidas humanas, 31 personas (22 fallecidos entre el personal de extinción y 9 fallecidos entre el personal ajeno a la extinción). Son muchas las voces que se han alzado desde los medios de comunicación, organismos, instituciones y asociaciones en defensa de la naturaleza, demandando que se revisen los sistemas actuales de prevención y actuación. Solamente, en contados sitios, los bomberos han propuesto modelos (referentes a la extinción) que introduzcan novedades en relación con el modelo clásico de extinción que se ha venido y se viene realizando en nuestro país.
Pero estos puntos son muy escasos y su resonancia ha sido mínima.
El modelo actual de prevención y extinción del incendio forestal necesita una revisión y los bomberos debemos coger el testigo.
Todos sabemos de la ausencia o mínimos en efectivos humanos que existe en el ámbito regional. Primero habrá que demandar los medios humanos y materiales necesarios, y segundo articular soluciones, bien copia de otros países u originales, que permitan establecer un Servicio de Extinción y Prevención de Incendios y Salvamento que nos permita actuar eficazmente contra el incendio forestal, y responder a los riesgos de una sociedad rural desprotegida.
Por qué no, la existencia de un Cuerpo de Bomberos a nivel nacional (a semejanza de otros Cuerpos de Seguridad) con una normativa y criterios únicos que permita movilizar recursos hacia los lugares de catástrofe o grandes incendios forestales.